El hecho de cualquier par de gatos domésticos de cualquier parte del mundo puedan cruzarse tranquilamente, significa que son todos de una sola especie, descendientes de un ancestro común. La domesticación probablemente empezó en Oriente Medio y los primeros en ser atraídos hacia la gente fueron casi con seguridad Felis lybica, el gato salvaje africano. Este es un animal ligero muy parecido al tabby doméstico en color. Muchas de las calaveras de los cementerios de gatos del antiguo Egipto parecen Felis lybica, mientas que una pequeña proporción es parecida al gato de la selva, Felis Chaus. Parecería que los antiguos egipcios domesticaron ambos tipos, pero el gato salvaje africano era fácilmente el más popular y probablemente el más fácil de domesticar.
Egipto era el área más grande de cultivo de cereales del mundo antiguo, se construían enormes graneros donde guardaban lo que sobraba de las buenas cosechas para usarlo en años peores. Como controladores de roedores, debieron ser vitales para la economía de aquellos tiempos. Los antiguos egipcios también apreciaban el eslabón natural entre el gato y el león, oraban a la diosa Bast, también llamada Pasht u Oubasted, que apareció en un principio con la cabeza de león y más tarde con cabeza de gato. Bast se veía como la diosa del amor y de la luna. El gato estaba conectado con ella como diosa del amor como la fecundidad natural del animal y como diosa de la luna por la forma cambiante de las pupilas de sus ojos, ya que se creía que se agrandaban y se contraían según la luna fuera creciente o menguante. Las estatuas egipcias de Bast muestran su conexión con la fertilidad y el placer.
El nombre original del gato en egipcio era mau, quizás por su llamada “miau” que también quería decir “ver”. Los egipcios consideraban su mirada sin pestañeo le daba poderes para buscar la verdad y después ver la muerte. Bast era llamada algunas veces la señora de la verdad y se la usaba en ceremonias de momificación para asegurar la vida después de la muerte. Los gatos interpretaban una parte tan compleja e importante en la vida de los antiguos egipcios que los animales vivos eran mimados y en algunos casos adorados. Tras la muerte de uno de ellos, familias enteras se ponían de luto y su cuerpo era embalsamado y colocado en una tumba sagrada, se han descubierto miles de gatos momificados, algunos tan bien conservados, que han añadido conocimientos a los que ya se tenían sobre los primeros que fueron domesticados.
La costumbre de tener gatos se fue extendiendo poco a poco a través de los países de Oriente Medio. Un documento en sánscrito del año 1000 A.C menciona a uno como animal de compañía y las epopeyas indias Ramayana y Mahabharata de alrededor del 500 A.C, contienen ambas, historias sobre estos animales. Los indios de aquellos tiempos adoraban a una diosa felina de la maternidad llamada Sasti, durante décadas los hindúes eran obligados a alimentar al menos a uno. Llegaron a China alrededor del año 400 y consta que en el 595 una emperatriz fue embrujada por el espíritu de uno de ellos. Para el siglo XII las familias chinas ricas los tenían amarillos y blancos, conocidos como ¨gatos-leones¨, a los que se daba gran valor como animales de compañía. El control de serpientes y roedores fue tomado por los de pelo largo y se comerciaba con ellos en los mercados callejeros. Los gatos domésticos fueron introducidos en Japón desde China durante el reinado del emperador Ichi-Jo, que vivió del 986 al 1011. Por todo el mundo, antes de la caza de brujas de la Edad Media, eran tratados con cariño y respeto. Para los siglos XVI y XVII donde la caza de brujas había llegado a su clímax los granjeros vascos decían que las brujas se aparecían como gatos negros, lo que hizo que se temiera a este tipo de animales. La suerte cambio eventualmente una vez más, se convirtieron en posesiones valoradas y aquellos con colores y marcas poco comunes fueron favorecidos como animales de compañía, dando paso así a muchas razas.

